Vatios y polémica en el Tour

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Este Tour, como en los últimos, ha estado rodeado de la polémica en torno a los datos de rendimiento de los corredores. La publicación de datos del potenciómetro de Froome del Tour del 2013 ha alimentado aún más esta polémica. De repente los medios generalistas recogían informaciones donde se hablaba de vatios, pulsaciones, TSS, Kilojulios, potencia normalizada… En este artículo queremos recordar que significan estos términos y explicar el porqué de todo este revuelo mediático con los datos de los corredores. No pretendemos ahondar en la polémica, solamente aclarar conceptos para que luego cada uno pueda opinar con criterio.

Jorge Blasco. Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte – Ciclismo y Rendimiento

Ya hablamos de algunos términos que ahora han aparecido en los medios, incluso en los generalistas, a raíz de la polémica, ya casi habitual en cada Tour de Francia, sobre si es posible el nivel de rendimiento de los mejores corredores actuales sin el uso de sustancias dopantes ilegales. Vamos a repasar primero esos términos y luego entraremos en la polémica surgida sobre ellos.

Vatios (w y w/kg). Los vatios son una unidad de medida de potencia, que a su vez es el trabajo realizado durante un tiempo, que es equivalente a multiplicar la fuerza por la velocidad. Concretando y para que lo entendamos mejor, los vatios (w) que genera un ciclista son el resultado de multiplicar la fuerza que aplica en los pedales por la cadencia (la velocidad a la que los mueve). Si ese dato absoluto lo dividimos por el peso del ciclista tenemos la potencia relativa. Los vatios por cada kilo de peso (w/kg).

¿Por qué es importante saber los vatios que mueve un ciclista? Porque es la única forma precisa y fiable de poder medir y comparar el “rendimiento muscular” de un ciclista. Los vatios nos miden, de forma directa, el rendimiento muscular en cada pedalada. Ese rendimiento muscular es el resultado de todo un conjunto de reacciones químicas (metabolismo) que convierten la energía almacenada en nuestro cuerpo, fundamentalmente en forma de grasas e hidratos de carbono, y la que vamos ingiriendo en forma de comida, en contracciones musculares que generan el movimiento de las articulaciones. Ese movimiento articular genera fuerza que se aplica sobre los pedales y hace avanzar la bicicleta. Luego, la velocidad de desplazamiento de ese ciclista, será el resultado de restar a esos vatios “musculares” que empujan hacia delante, las resistencias que se oponen a ese avance. De estas las más importantes son la resistencia aerodinámica, a la rodadura (fricción de las ruedas) y la fuerza de la gravedad. En llano y descenso, es decir, a altas velocidades (sobre todo a partir de 21kmh) la más importante es la aerodinámica, pero en ascenso la más importante es la fuerza de la gravedad. Cuanto más empinada sea la carretera, más vatios nos resta la fuerza de la gravedad. La sensación de dureza a medida que aumenta el % de la pendiente no es más que el aumento de la componente de la gravedad que tira de nosotros hacia abajo. Por esto, en un entorno estable (viento, pendiente, tipo de superficie…), cuantos más vatios genere un ciclista, más rápido irá, así de sencillo. Por esto se sabe que para poder optar a ganar una grande, o por lo menos a ser el mejor en las etapas de montaña, se necesita poder mantener en torno a los 6 wkg durante 40’.

Kilojulios. Es una unidad de medida de energía. Al medir los vatios (potencia) que vamos desarrollando podemos saber también los kilojulios (energía) que vamos gastando. Los Kilojulios que medimos es la energía que llega a la bicicleta, pero no son lo mismo que las calorías que gastamos, aunque estén relacionadas. Esa relación dependerá de la eficiencia energética del ciclista, de cuanta energía generada en su cuerpo se pierde en forma de calor y cuanta llega realmente a los pedales. En una etapa los kilojulios totales gastados nos dan una idea del desgaste físico que ha supuesto para el corredor. Las etapas más exigentes necesitan de más de 4000Kj.

Potencia Media. La potencia varía a cada instante. Cuando en la pantalla de nuestro dispositivo vemos la potencia instantánea que estamos desarrollando lo que vemos es la media de un determinado tiempo (1”, 3”…). Si le damos al botón de LAP podemos ver la potencia media de un tramo concreto. Y al final de la salida tendremos la potencia media de toda la salida. El potenciómetro va sumando cada segundo la potencia generada y la divide entre el tiempo que le marquemos para ver la media.

Potencia Normalizada. Es una fórmula que trata de homogeneizar la potencia desarrollada durante un tramo. El problema con la potencia media es que sobrevalora los descansos, sobre todo los descensos o los momentos sin pedalear. Si subimos durante 3’ a nuestra máxima potencia aeróbica, pongamos que son 400w, y luego bajamos durante 3’, la potencia media de los 6’ serán 200w. Pero la realidad fisiológica es que esos 6’ han supuesto un esfuerzo y un desgaste mucho mayor que si fuéramos 6’ a 200w constantes. Cuantos más cambios de ritmo hagamos y más esfuerzos intensos seguidos de recuperación hagamos, más diferencia habrá entre la media de vatios y el esfuerzo físico real realizado. Para conseguir una forma mejor de medir la intensidad media en vatios de una sesión o carrera, Andy Coggan y Hunter Allen, fisiólogo y entrenador norteamericanos y pioneros en la difusión del entrenamiento con vatios, desarrollaron la NP o Normalized Power (Potencia Normalizada). Es un algoritmo que tiene en cuenta los diferentes procesos fisiológicos en función de la intensidad. Es decir, a medida que aumento los vatios el coste de cada vatio para el cuerpo es mayor. Es una relación exponencial, no lineal. De esta forma la Potencia Normalizada de una sesión de 3h, con sus cambios de intensidad, es la potencia a la que habríamos tenido que ir durante esas 3h, pero de forma constante, para que el impacto fisiológico en el cuerpo fuera equivalente.

TSS (Training Stress Score). Se traduciría como Puntuación de Estrés del Entrenamiento y es otra fórmula desarrollada por Allen y Coggan. En este caso se trata de dar un número que nos resuma cuanta carga física ha supuesto para el ciclista la sesión o la carrera. La Potencia Normalizada nos dice la intensidad media de esa sesión pero no tiene en cuenta la duración. Para saber la carga hay que tener en cuenta los dos aspectos, la intensidad y el volumen. De esta forma los TSS dan un valor de 100 puntos a la carga que supone ir durante 1h al máximo. Todo ciclista que use vatios debe saber los vatios máximos que teóricamente es capaz de mover durante 1h, es lo que se llama Umbral Funcional o FTP en sus siglas en inglés. A partir de ese dato, de la potencia normalizada y del tiempo de la sesión, surgen los TSS de la sesión. A partir de 300TSS consideramos que es una sesión o carrera bastante exigente en caso de ciclistas entrenados.

VAM (Velocidad de Ascenso Media). Es una fórmula desarrollada por el Doctor Michele Ferrari para poder comparar los rendimientos de sus ciclistas sin necesidad de usar un potenciómetro. Se trata de medir el desnivel superado en función del tiempo. La unidad de medida serían metros/hora. Si subimos un puerto de 500m de desnivel en 30’ tendremos una VAM de 1000mh. Esta medida de rendimiento es válida para usar como comparativa en pendientes superiores al 5% donde la influencia del viento es mucho menor en relación a la de la gravedad. Los mejores rendimientos registrados en carreras profesionales están en 1700-1900mh durante los puertos finales de etapa. A partir de este dato Ferrari aplica un coeficiente, en función de la pendiente media, y una corrección, según la altitud media de la ascensión, para estimar la potencia relativa del ciclista, sus w/kg.

Estos son algunos de los términos que hemos podido escuchar en los medios, y que rápidamente se han trasladado a las conversaciones de grupeta. La razón del porqué han empezado a aparecer se debe la polémica, ya habitual, del rendimiento de los ciclistas en el Tour de Francia. Esta polémica surge cuando se empiezan a comparar los tiempos de ascensión de algunas de las subidas más representativas del Tour, fundamentalmente los finales de etapa en alto, de corredores de diferentes años. Al saber ya, a día de hoy y de forma totalmente comprobada, el dopaje generalizado en el pelotón profesional de la década de los 90 y hasta el año 2006 (Operación Puerto) la cuestión que se plantea es ¿Cómo es posible que si hoy en día los corredores realmente van limpios hagan rendimientos similares, o incluso mejores, que el de corredores que se sabe que corrían dopados? En el centro de esta polémica está la encomiable labor de recopilación de tiempos del twittero finlandés Ammatti Pyoraily (@ammattipyoraly). En su impresionante base de datos recopila los tiempos de ascensión, en carreras profesionales, no solo del Tour, a algunos de los puertos y ascensiones más significativos. En base a esos tiempos de ascensión y conociendo la longitud y el desnivel del puerto se usan diferentes fórmulas, una de ellas la del Doctor Ferrari basada en la VAM, para ESTIMAR la potencia desarrollada, de tal forma que podemos comparar los rendimientos de todos los ciclistas, de hoy… y de ayer. En base a estas estimaciones algunos fisiólogos y entrenadores han dudado de la limpieza de estos rendimientos. Algunos de los más beligerantes y conocidos han sido Antony Vayer, antiguo fisiólogo del equipo Festina de Virenque y compañía, y Ross Tucker, investigador y profesor de ciencias del ejercicio en Sudáfrica y uno de los responsables de la magnífica web The Science of Sport. En el otro lado de la balanza,  los ciclistas de los que se sospecha y sus equipos y técnicos, se defienden calificando estos cálculos y estimaciones de pseudociencia, no dando validez a esos números ni a su uso como prueba o indicio de dopaje.

La demostración de Froome en La Piedra de San Martín volvió a desatar y encender este debate, pero a esto se añadió el filtrado de los datos, robados, del potenciómetro de Froome durante su etapa del Mount Ventoux en 2013. Aparte de lo más o menos impresionante de esos datos, sirvieron para dar oxígeno a los supuestos “pseudocientíficos” ya que sus previsiones resultaron ser, por lo menos en este caso, tremendamente precisas. Al final fue tanta la presión que en la segunda jornada de descanso Tim Kerrison, el entrenador de Froome y otros corredores del SKY, comentó los datos del potenciómetro de Froome durante la ascensión a La Piedra. Según Kerrison esos datos suponían haber ascendido durante los 41’30” finales de etapa, en 414w medios y haber logrado una VAM de 1602mh. Después de explicar la corrección que hacen para corregir el efecto de los platos asimétricos de Froome dio el dato de 5,78wkg como potencia media relativa. El problema vino cuando otros corredores (Pinot, Gesink o Ten Dam) publicaron sus datos de potencia. En el caso de Gesink, con 5,8wkg, es muy clara la controversia, ya que a pesar de haber perdido 1’33” con Froome resulta que su rendimiento fue mejor. Bueno, es un claro caso de que aquí algo no cuadra, o alguien miente o alguien calibra muy mal sus medidores de vatios.

Desde estas líneas solo queremos aportar que el rendimiento en sí mismo no puede ser nunca una prueba de dopaje. ¿Tal vez un indicio? Bueno, eso sería otra cuestión. Existe la demanda en cierto sector del mundo ciclista para que se usen esos datos como un elemento más en la lucha antidopaje.  Es un asunto muy complicado y donde para empezar ni el mejor potenciómetro te puede asegurar una fiabilidad del 100%. Además su manipulación sería muy sencilla. La lucha contra el dopaje debe librarse con garantías de justicia y basarse en pruebas inculpatorias sólidas y fiables. Por eso no vemos claro usar estos datos en procesos oficiales de dopaje. Si ya no estamos hablando de datos medidos directamente, si no de fórmulas estimatorias basadas en datos tomados de forma externa, menos aún. Por mucho que sepamos que esas fórmulas, en ciertas condiciones, funcionan bastante bien, no pueden ser consideradas nunca una prueba irrefutable de dopaje. Otra cosa es el debate generado, que bien canalizado hacia mantener la presión para lograr un ciclismo lo más limpio posible, es y debe ser útil e incluso necesario.

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